domingo, 31 de agosto de 2014

20140829 Corre, corre!, qué están de fiestas en Gálvez!!!

Todos los años los Migueles nos invitan a las fiestas de su pueblo y este año pudimos ir casi en bandada.

Ya estaban allí los anfitriones con Alberto. Nos acercamos el Viernes Pedro, Esteban, Paco y éste que os lo cuenta con todas nuestras señoras. El Sábado vendrían Tomás, Manuel y Víctor.

Salimos el viernes tarde, con prisas y ruido, mucho ruido. Menos mal que Hermes me dejó un motor porque el mío lo convertimos en un momento en falla valenciana al conectar mal dos cablecitos de nada, jajaja. Bueno, no fue para tanto, ni siquiera tuvimos que usar los extintores...

Llegamos a Gálvez a eso de las ocho de la tarde, después de haber hecho escala en Orgáz para dejar trastos en el Atochal, casa rural con todo lujo de comodidades para el relajo mental y físico, que preside el campo de vuelo de Airwind (Sonseca), donde pasaríamos la noche para escapar del frenesí festivo del pueblo de los Migueles.

A esa hora estaban sobrevolando los tejados del pueblo Alberto y los migueles, que nos guiaron desde el cielo al campo de vuelo y bajaron para saludarnos y darnos la bienvenida, después todos al aire de nuevo con la sorpresa de que Paloma se animó a volar con Alberto. Quedó tan emocionada que ya vemos a Esteban comprando un biplaza!

Lo que hace falta es que se enganche y que por fin podamos decir que tenemos una pilota en Sureste Paramotor. Ánimo Paloma, tú puedes!!!

Recogimos todos los cacharros y los Migueles nos llevaron a su guarida. Una enorme, preciosa y muy antigua casa manchega, con su patio, su pozo, sus cuadras, pajar y enorme sobrao con techo de cañas para curar jamones y otras viandas que generosamente ofrecen los afamados gorrinos de la zona.

Salimos a conocer el ambiente festivo y a cenar. Nos recogimos lo pronto que pudimos, pero eran ya las dos de la mañana cuando tratábamos de conciliar el sueño.

Al día siguiente madrugamos y pasadas las siete ya estábamos desayunando. A y media ya nos estaban llamando Manuel y Víctor. Comenzamos a preparar los cacharros voladores cuando llegó también José Ramón con su hijo para hacer un tandem a pie. Querían probar una Cargo de 39m2.

La idea era volar por la cuerda de los montes de Toledo hasta llegar a Gálvez, donde estarían volando los Migueles y Tomás. Al final, como siempre, cada uno por su lado.

Salió Esteban y me fui detrás de él. Paco que nos seguía terminó persiguiendo a otros, por error, y acabó sobrevolando un pantano de la zona. Manuel tuvo parada de motor y le tocó hacer deporte, de porteador de todos los trastos...

Víctor voló por la zona.

En Gálvez, por unas cosas u otras no voló nadie.

Yo que iba sin radio, gps, casco, paracaídas ni nada... pensé que habíamos llegado a Gálvez pero era incapaz de reconocer nada. Total, que como Esteban no me hacía ni caso y llevábamos ya una hora de vuelo y no sabía si tenía combustible para la vuelta, hice gestos a Esteban para decirle que daba la vuelta. (Me había dado la vuelta en Ventas con Peña Aguilera)

Al llegar al campo de vuelo de Airwind vi como aterrizaba Víctor y ya llegaba Paco. Todos abajo me dijeron que Esteban y Pedro habían aterrizado en Gálvez y que estaban volviendo por aire.

Cerca de las once de la mañana llegaron los dos subidos en un tiovivo, aterrizaron sin problemas. Recogimos los trastos y lo de siempre!, charlas, cuentos y batallas. Pero esta vez con piscinas, jacuzzis y masajes.

Después, a comer!. Nos pusieron unos platos tan ricos como bonitos. Luego: siestas, más charlas, cuentos y batallas y allá por las ocho menos algo, vuelta para Madrid.

Pues eso!, que nos vemos en la siguiente...
Pequeño video con parte de lo vivido.


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